Que los reyes de Navarra se coronaban ellos mismos sin que
el obispo les pusiera la corona, algo que hizo siglos después Napoleón, o que
en la misma ceremonia fueran elevados sobre el pavés no solo por los nobles
navarros, sino también por los representantes municipales de Pamplona, son
algunas ilustrativas anécdotas de una publicación diferente, “Blanca I de
Navarra (¿1385?-1441). Consorte, Heredera y Reina”, de la editorial Sancho El
Fuerte, con estudio y trascripción de
Alberto Aceldegui.
Se trata de un libro novedoso porque no es únicamente
la biografía de la reina, sino que gira en torno a cuatro documentos inéditos
que marcaron su vida y que, además de hablarnos de tan señalada monarca,
traslucen cómo era la época más elevada que alcanzó el viejo reyno antes de
perder el autogobierno.
En una
edición muy cuidada, la obra se adentra en la importancia de Blanca como
heredera al trono de Carlos III el Noble y el enlace con Juan II de Aragón, que
a la postre fue fatal para Navarra al marginar a su primogénito heredero, el
Príncipe de Viana, en favor de hijo habido en un segundo matrimonio, Fernando
el Católico, un aspecto que no supo blindar Blanca en su polémico testamento.
La obra reproduce las cláusulas del
contrato de matrimonio, muy exigentes con los navarros por parte de Juan II,
los juramentos que hicieron las buenas villas, Olite entre ellas, cómo fue la
ceremonia de coronación en la catedral de Pamplona o el peliagudo testamento de
Blanca, que quiso ser enterrada en Ujué aunque finalmente fue sepultada en
Segovia prácticamente en el anonimato.
La editorial, que el
pasado 27 de marzo avanzó el libro en el castillo de Olite, también vende
reproducciones facsímiles de los documentos, algunos de los cuales se van a
poder ver en la presentación que el próximo día 23 se va a hacer de la obra en
el Baluarte de Pamplona.
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