El año que discurre entre junio de 1521 y julio de 1522, entre la batalla de Noáin y la toma del castillo de Amaiur, fue un periodo clave en la historia del Viejo Reyno, según relata Peio J. Monteano en “De Noáin a Amaiur (1521-1522). El año que decidió el futuro de Navarra", de editorial Pamiela. Todo pudo ser tal y como acabó, con la pérdida de la soberanía, o totalmente diferente si el azar se hubiera cruzado por la acera de los navarros.
Por ejemplo, Monteano cuenta cómo en Noain los españoles no las tuvieron todas consigo, sobre todo al comienzo de un combate que los vencedores magnificaron al dar cifras de hasta 5.000 bajas en el ejército navarro-franco, una cantidad que el historiador ajusta a una quinta parte en consonancia con otros enfrentamientos habidos en la época. El villavés, solvente archivero, conoce al dedillo de qué habla y se esfuerza en aportar novedad a un relato del que en 2012 se rescribió mucho e investigó menos.
En el periodo de estudio, los navarros de todas las tendencias, también beamontesa, mostraron mayor unanimidad en la defensa de su independencia que en 1512. Incluso el proyecto de crear una chancillería vasca con sede en Pamplona que aglutinara a los territorios entonces castellanos de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y al Reino de Navarra hubiera supuesto un futuro distinto dentro de la Corona española.
Según Monteano, la heroica defensa de Amaiur y la desaparición de los principales líderes legitimistas no significó el final de la guerra, pero sí un punto de inflexión que la redujo a una pugna por el control de la Baja Navarra.
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