Posiblemente sea la obra del escritor e historiador Mikel
Zuza, “Príncipe de Viana, el hombre que pudo reinar” (Pamiela), el mejor regalo
que los amantes de la historia de Navarra y, por ende, de Olite pueden realizar
para el Día del Libro. Zuza, que también es miembro del Consejo Navarro de
Cultura, redescubre con nueva perspectiva la figura de este olitense que,
aunque nació de casualidad en Peñafiel (Valladolid), desde que cumplió un año y
hasta los 35 vivió en el Palacio Real de Olite al abrigo de una corte culta y
europea diseñada a imagen de su abuelo Carlos III el Noble, que creó para él
título de Príncipe de Viana de heredero de una corona que nunca ciñó.
El libro de
Mikel Zuza se nutre, principalmente, de un documento encontrado en el Archivo
de Pau que hasta ahora había pasado algo desapercibido. Además, el autor adorna
el bello manual con toda una serie de dibujos, heráldica e iconografía navarra
que ha husmeado en los últimos tiempos en los museos más selectos de Europa.
Las preciosas portada y contraportada ya merecen un reconocimiento. Dentro del
manual, el escritor también ha contado con la ayuda de dibujantes cercanos que,
como en otros de sus libros, recrean una de las épocas de mayor esplendor del
Reino de Navarra.
“Príncipe
de Viana, el hombre que pudo reinar” se estructura a través del documento
hallado en Pau con las 87 acusaciones que los jefes del bando agramontés, sus
enemigos políticos, presentaron al rey Juan II contra el Príncipe Carlos. Con
esta excusa, el también autor bibliotecario bucea los años más comprometidos de
la biografía del desgraciado pretendiente, desde la muerte de su madre la reina
Blanca de Navarra en 1441, a la negativa del rey consorte Juan II de Aragón
(“un castellano de pura cepa”) a cederle la corona navarra, la guerra civil
entre ambos, con villa de Olite fiel al Príncipe y los beamonteses o el exilio
obligado en 1456.
En la obra
Zuza no tiene pelos en la pluna y se declara abiertamente por Don Carlos, que a
la ambición política de convertirse en rey de casi toda Península, mucho antes
que su hermanastro Fernando el “Católico”, antepuso la defensa firme de sus
pretensiones a un trono navarro que usurpó su padre.
“Lo que
muchos historiadores habían considerado como muestra de ceguera y falta de
inteligencia política por parte del príncipe, se entiende ahora, gracias al
documento que doy a conocer, como algo totalmente premeditado por parte del
príncipe, que fue educado expresamente para que sólo se sintiera navarro por su
entorno más cercano, el que luego constituirá el bando beaumontés, y quizás
también por su propia madre, la reina doña Blanca”.
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Mikel Zuza en Olite en las Jornadas de Patrimonio Europeo |
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