Navarra, y por tanto Olite/Erriberri, vivió un reguero de incidentes entre el final de la Segunda Guerra Carlista (1875) y el inicio de la Guerra de Cuba (1895). Fueron protestas casi siempre "anónimas", como robos, quemas de cosechas, agresiones, que pocas veces llegaron a transformarse en motines o rebeliones abiertas, aunque en el caso olitense desembocaron, finalmente, en conflictos corraliceros en los que corrió la sangre.
María Soledad Martínez Caspe aborda la problemática en su nuevo libro, Conflictos sociales en Navarra (1875-1895), que publica Pamiela. Según la historiadora, la conflictividad se manifestó en un enfrentamiento casi cotidiano cuya reiteración en el tiempo supuso toda una manifestación colectiva por parte de una población rural que en general sólo aspiraba a mejorar sus condiciones de vida.
Estos actos de protesta, que en Olite llegaron al enfrentamiento violento, se articularon en torno a los intentos de recuperación de los comunales que se habían privatizado, los atentados contra propietarios de la tierra, las quemas de cosechas, pero también las deserciones de quienes no tenían dinero para pagar, por ejemplo, un sustituto en el servicio militar.
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