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¿Fueron romanas, como se ha mantenido en los últimos tiempos,
o las levantaron musulmanes? Lo cierto es que los imponentes lienzos de muralla
y torreones que cercan Olite/Erriberri, anteriores al recinto medieval,
mantienen una incógnita de datación, que es también la del origen de la
localidad y que ha puesto ahora de relieve el historiador y geógrafo Hektor
Ortega en el capítulo que dedica a la ciudad en la “Guía de los pueblos
amurallados” de la revista Euskal Herria (Sua).
El también
viajero y periodista es autor de este manual actualizado sobre las murallas
romanas, medievales o modernas que rodean 28 municipios que han absorbido en su
urbanismo este antiguo patrimonio guerrero. El capítulo olitense, subtitulado
“La nueva frontera”, comienza con “el misterio que envuelve” a la fundación,
“un pasado romano que las fuentes documentales no citan”.
Ortega
recuerda que también se le ha atribuido un origen visigodo que pone en duda e
incluso “tuvo algo de árabe pero no quedaron apenas huellas”. El experto profundiza
y dice que “Olite es mucho más que su castillo y palacio real”, para escudriñar
el rastro de la docena de torreones que todavía hoy unen una muralla sin data
clara.
El escritor
recuerda que la población no aparece en la documentación hasta el siglo XII y,
sin embargo, hay especialistas que consideran romanas las murallas y el
Parador, como si un antiguo campamento militar devino en núcleo estable y
estableció en la rúa de San Francisco la calle principal, el cardo máximus.
Escéptico, Ortega, precisa entonces que este enclave importante, con una
veintena de torres, “no aparece citado en las fuentes romanas a pesar de que un
recinto amurallado de ese calibre difícilmente podría pasar desapercibido”.
Habitualmente
se ha señalado que los sillares almohadillados de los cubos eran “romanos”, de principio
de nuestra era, aunque para el autor, “a la espera de nuevas investigaciones,
el silencio de las fuentes escritas mantienen un halo de duda”. Sobre una eventual
participación visigoda, Ortega opina que es poco probable. Aunque las crónicas
de Isidro de Sevilla citan “Oligicus”, el autor del trabajo mantiene que del
topónimo “no es fácil derivar Olite. Fuera de ese texto, nada más avala una
presencia visigoda estable en la villa”.
Tampoco la
presencia musulmana, de los siglos VIII al IX, parece haber dejado mayor
rastro, “aunque hay quien considera que las murallas que se dan por romanas
fueren erigidas por los invasores musulmanes, al igual que ocurre en otros
puntos del país como Tutera”. A continuación, el escritor hace un recorrido
detallado por el perímetro amurallado que con singularidad se mantiene en pie,
ensombrecido por la majestuosidad del Palacio medieval.
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